Esta
última semana ha estado muy religiosa. En todos los programas de televisión y
noticieros hablan de la visita de su Santidad. Afortunadamente, durante años he
tratado de olvidar la televisión y sólo en las mañanas veo alguna serie, en las
tardes algún programa de debate deportivo al igual que en las noches, el resto
del tiempo lo invierto viendo a Werevertumorro por hilarante y filosófico y a
Yuya por simpática.
El Papa,
como dice Rafael Pérez Gay, ha dejado misas, discursos y caricias a niños
inválidos, al tiempo que Alejandro Páez Varela escribe que no cree que su
visita traiga grandes cosas en México. Coincido con ambos. Las opiniones son
divididas: hay quien dice que es bueno que traiga un mensaje de paz y
solidaridad a un pueblo que lo necesita, otros dice que hay que alegrarnos
porque el dinero de recursos públicos por fin se está usando para pavimentar
las calles. ¿A caso los corruptos van a dejar de serlo porque un mensaje santo
los conmueve? ¿A caso hay que aplaudir que se pavimenten calles por compromiso
político para que después se vuelva a olvidar destinar los recursos ciudadanos
a quienes les corresponde cuando ese debería ser el trabajo de cajón de los
servidores públicos?
En un
Estado supuestamente laico, como nos enseñaron en la primaria, y que está
escrito en la Constitución, las cabecillas de la política mexicana aparecen en
todos los medios junto al representante mayor de la Iglesia católica e incluso
le ofrecen regalos, se dejan fotografiar con él, cual rockstar, y comulgan en
las homilías. ¿A caso es una broma?
A pesar
de que el catolicismo cada vez tiene menos simpatizantes, la mayoría del país
aún practica ese culto y muchos tienen el deseo de ver al Papa aunque sea de
lejos, de esperarlo bajo el intenso calor y si tienen suerte tocar la mano
elegida por un grupo de personas terrenales que ostenta un poder divino. La política
mexicana, probablemente en un movimiento en aras de popularidad, convive con la
Iglesia, ahora que está en el foco, para que sus gobernados se identifiquen con
ellos y obtengan su apoyo futuro o presente.
Hoy es
el último día de su Santidad en México, visita Ciudad Juárez. Entre
funcionarios acordaron que el sumo pontífice no tratara asuntos delicados de la
nación en sus discursos, sin embargo, Bergoglio rompió los protocolos y se ha
pronunciado, sin profundizar, en asuntos relacionados con la política y la
sociedad mexicana, frases que dejan entrever que está al tanto de lo que sucede
en el país. Espero pues, que sus mensajes sacudan algunas conciencias de aquellos,
aunque sean pocos, que lo hayan escuchado con atención, pero que además ponga
en práctica una política de reconstrucción latinoamericana.
Cartón tomado de caricaturaspoliticasweb.blogspot.mx
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