Por un lado es una muestra simbólica de apoyo; y digo simbólica
pues apuesto a que la inmensa mayoría de los participantes de la marcha no nos vamos
a meter al basurero de Cocula a investigar si hay restos humanos calcinados ahí
o no. Sí, es una manera de mostrar resistencia frente a un gobierno que no está
haciendo bien su trabajo, también es una resistencia ante las empresas voraces
que quieren autómatas en sus filas, y un acto como este significa provocar
pérdidas económicas a ambos monstruos. Es algo loable hacerse partícipe de un
acto de solidaridad y promoción de la conciencia civil y social. Es loable
también gritar consignas, demandar acciones y exigir la aparición de los
normalistas, además de un mejor gobierno. Y también es un acto de derecho a la
libre expresión.
Sin embargo, estas movilizaciones generan violencia. No
quiero decir que las marchas en sí la causen, pues la mayoría de los
participantes se manifiestan de forma pacífica. Pero se sabe de antemano que
estas acciones son aprovechadas por ciertos grupos para recurrir al vandalismo.
La violencia es algo condenable y las movilizaciones
de este tipo generan el pretexto para llevar a cabo actos violentos por parte
de algunos grupos de inadaptados.
¿Cómo evitar los actos de represión, la violencia, el
vandalismo y la barbarie? NO MARCHANDO.
Las marchas ya son caducas. Le pegan en los bolsillos a
los “malos” pero también a los “buenos”, y a estos últimos es a quienes más les
duele. Las marchas pueden provocar la muerte de alguien por obstaculizar el
camino para llegar a tiempo a un hospital. Han provocado arrestos injustos y lesiones
graves a inocentes que tuvieron la mala suerte de estar en el tiempo y espacio
inadecuado.
Se deben de cambiar los protocolos. Basta de vandalismo.
Basta de barbarie. No hay que dar más pretextos para que se genere un ambiente
hostil.
La organización que se utiliza para salir a las calles a marchar
se debe de utilizar de otra forma. ¿Se quiere un cambio? ¡Hay que cambiar! Hay
que mostrar resistencia frente a los monstruos y dinosaurios de otra manera y
de forma constante, pues no dudo que muchos de los participantes en la
Megamarcha de hoy, acudieron por moda o por desmadre y para mañana regresarán a
su vida rutinaria llena de Gaviotas y Luceritos.
Me atrevo a proponer que se formen grandes contingentes
en puntos estratégicos de la ciudad, sin marchar, para llevar a cabo acciones
que no den pie a actos vandálicos. Contingentes de promoción de lectura. Grandes
contingentes que informen a la gente de manera cabal. Grupos que promuevan el
pensamiento crítico y objetivo mediante un discurso responsable y directo. Grupos
que promuevan la unión de los ciudadanos. Contingentes que incentiven la
reflexión. Ideas de humildad y solidaridad.
En tiempos de barbarie la ciudadanía, el pueblo, debe de
estar unido y las marchas lo que causan es una división de opiniones a favor y
en contra. No estoy proponiendo que se acabe la libre manifestación, sino que
se haga de otra forma en la cual la opinión pública sobre las manifestaciones sea
menos dividida. Y si no se puede llevar a cabo de forma periódica por lo menos que
se ejecute cada vez que sea necesaria una muestra simbólica y masiva de unión ciudadana.