miércoles, 17 de febrero de 2016

El último día del Papa en México

Esta última semana ha estado muy religiosa. En todos los programas de televisión y noticieros hablan de la visita de su Santidad. Afortunadamente, durante años he tratado de olvidar la televisión y sólo en las mañanas veo alguna serie, en las tardes algún programa de debate deportivo al igual que en las noches, el resto del tiempo lo invierto viendo a Werevertumorro por hilarante y filosófico y a Yuya por simpática.

El Papa, como dice Rafael Pérez Gay, ha dejado misas, discursos y caricias a niños inválidos, al tiempo que Alejandro Páez Varela escribe que no cree que su visita traiga grandes cosas en México. Coincido con ambos. Las opiniones son divididas: hay quien dice que es bueno que traiga un mensaje de paz y solidaridad a un pueblo que lo necesita, otros dice que hay que alegrarnos porque el dinero de recursos públicos por fin se está usando para pavimentar las calles. ¿A caso los corruptos van a dejar de serlo porque un mensaje santo los conmueve? ¿A caso hay que aplaudir que se pavimenten calles por compromiso político para que después se vuelva a olvidar destinar los recursos ciudadanos a quienes les corresponde cuando ese debería ser el trabajo de cajón de los servidores públicos?  

En un Estado supuestamente laico, como nos enseñaron en la primaria, y que está escrito en la Constitución, las cabecillas de la política mexicana aparecen en todos los medios junto al representante mayor de la Iglesia católica e incluso le ofrecen regalos, se dejan fotografiar con él, cual rockstar, y comulgan en las homilías. ¿A caso es una broma?

A pesar de que el catolicismo cada vez tiene menos simpatizantes, la mayoría del país aún practica ese culto y muchos tienen el deseo de ver al Papa aunque sea de lejos, de esperarlo bajo el intenso calor y si tienen suerte tocar la mano elegida por un grupo de personas terrenales que ostenta un poder divino. La política mexicana, probablemente en un movimiento en aras de popularidad, convive con la Iglesia, ahora que está en el foco, para que sus gobernados se identifiquen con ellos y obtengan su apoyo futuro o presente.


Hoy es el último día de su Santidad en México, visita Ciudad Juárez. Entre funcionarios acordaron que el sumo pontífice no tratara asuntos delicados de la nación en sus discursos, sin embargo, Bergoglio rompió los protocolos y se ha pronunciado, sin profundizar, en asuntos relacionados con la política y la sociedad mexicana, frases que dejan entrever que está al tanto de lo que sucede en el país. Espero pues, que sus mensajes sacudan algunas conciencias de aquellos, aunque sean pocos, que lo hayan escuchado con atención, pero que además ponga en práctica una política de reconstrucción latinoamericana.

Cartón tomado de caricaturaspoliticasweb.blogspot.mx

martes, 9 de febrero de 2016

La “verdad histórica”

En las décadas de los 1970 y 1980, Argentina sufrió medidas de represión militar que provocaron 30, 000 desaparecidos.  El movimiento de “subversión” por parte de ciudadanos disidentes contra el Peronismo provocó lo que se le conoce como “guerra sucia”.  Durante ese periodo se practicaron los “vuelos de la muerte”, los cuales consistían en arrojar personas al mar en pleno vuelo con el fin de que fueran devorados por animales marinos o que los argentinos se ahogaran para, posteriormente, reportarlos como desaparecidos. Incluso, en algunos casos, se arrojaban a las personas a cráteres volcánicos.

Durante el movimiento estudiantil del 68’ varias personas desaparecieron, no se supo más de ellas. La misma práctica que se llevó  a cabo en Argentina, se practicó en México en aquella tarde en Tlatelolco: aventaron al mar a varios estudiantes, aún con vida.


La “verdad histórica” se cayó y se calló, se tropezó, se silenció. Según las investigaciones del Grupo Interdisciplinario de Experto Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa no fueron quemados en el basurero de Cocula como había declarado el ex-procurador Jesús Murillo Karam. ¿Dónde, entonces, se encuentran los 43 estudiantes de Ayotzinapa?

Publicado originalmente en La otra realidad en septiembre del 2015 (hoy el contenido se encuentra eliminado de esa página, lo retomo aquí).

viernes, 5 de febrero de 2016

Recarga de ánimos por ciento veinte pesos

Tomo un libro de mi minúscula biblioteca personal, que en realidad son varios libros apilados en tres torres de menor tamaño, que compré en una aislada librería de viejo cerca del Museo del Chopo por ciento veinte pesos, de José Revueltas y sus textos, no ensayos, porque no lo son, del Movimiento del 68 en México, en donde habla del origen del levantamiento estudiantil inspirado por un movimiento similar, de intelectuales, clase obrera y estudiantes, en Francia, hasta su encarcelamiento en Lecumberri.



Reflexiono sobre el yo de hace un par de años con una carga ideológica no tan radical, ni mucho menos potente, pero con inclinaciones muy claras hacia la izquierda. Hoy, al observar el mundo social, político y cultural veo que para integrarse a él, es mejor tener ideas neutrales, las cuales he intentado llevar a cabo. No quiero decir que he abandonado mis ideas, pero creo que muchas veces no es tan prudente discutir sobre ellas y defenderlas.

Mi flama idealista, sin dejar de pensar en lo que sería ideal, está casi extinguida tal vez porque la gente común me ha absorbido en esa espiral en donde ellos piensan que se habita mejor, sin decir nada, sin debatir, sin discutir, sin expresar, sin reflexionar. La única manera que me ha quedado para explorar las palabras ideológicas es la escritura.


Foto: revistaresumen.mx

Algún día compré ese libro por ciento veinte pesos pensando en compartir ideas a través de la palabra escrita con alguien después de la muerte. Hoy al leer el primer texto del libro, “Prohibido prohibir la Revolución”, José Revueltas me recuerda que quien no quiera ser recordado, quien no quiera trascender la muerte en vida que se quede callado y con ideas uniformes, planas y superfluas. Por el contrario, el idealista, que discuta y nunca abandone lo que piensa, porque aunque el otro luche contra él, la realidad está en aquel que se compromete con sus ideas transforma la arena en mar y que los demás se vayan al diablo.