miércoles, 25 de febrero de 2015

El placer de la lectura

Hace unas semanas, después de la sugerencia de alguien sobre leer algunos artículos informativos, se me acercó una persona a decirme “al fin que a ti te gusta leer, no tienes problema para leerlos todos”; me lo dijo como si devorara cualquier texto sin ninguna conciencia crítica por el simple hecho de que “a mí me gusta leer”. Esta sentencia rebotó en mi mente algunos días y concluí que esta persona la cual tuvo tal atrevimiento, no tiene ni la más mínima idea de lo que significa ser lector. No es el hecho de leer en sí mismo, es qué se lee y por qué. Si sólo la acción de leer me gustara primitivamente, leería el instructivo de mi celular con sumo placer que provocaría tensiones en todo mi cuerpo; leería cualquier revista TVNotas o TVNovelas  mientras me derrito en el asiento; leería 50 sombras de Grey mientras las pulsiones de mi corazón bajaran hasta casi apagarse; leería a Carlos Cuauhtémoc Sánchez o algún blog de cualquier pseudoescritor que me encuentre, sólo con el objetivo de que mis esfínteres se aflojaran. La lectura es por curiosidad, no es el acto de leer lo que da placer, es la historia, el sentimiento, la emoción o la información que se está leyendo. Es el contenido el que interesa. A ti, quien motivó esta columna, te digo: no me da placer leer cualquier estupidez como tu Facebook o la Biblia. 

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